Estimados hermanos y amigos, ya es MIERCOLES SANTO , aunque no nos veamos en la misa a las doce de la mañana, aunque no podamos admirar y rezar a nuestros Titulares entronizados en sus pasos, aunque no podamos reconocernos en el cortejo de papel, aunque Cordones no pueda rezar cantando el Padrenuestro… es MIERCOLES SANTO.
Este año vivimos unas circunstancias, tristemente históricas, debido a la terrible pandemia de cornavirus que está azotando España y el mundo. Pasamos la Cuaresma, confinados en nuestras casas como única medida factible para esta terrible epidemia no se extienda más, en un acto de responsabilidad por parte de todos sin precedentes.
Un encierro que nos supone un parón en nuestro devenir diario y una oportunidad de reflexionar de valorar lo que de verdad importa, un encierro que nos facilita reencontrarnos y reconocernos, valorar la solidaridad y ser conscientes, también, de que nuestra sociedad del bienestar es tremendamente frágil.
Este año, la pandemia nos ha arrebatado los días de gloria de la cuaresma: la Función Principal, el concierto, las saetas, la papeleta de sitio, las túnicas, fundir la cera del palio, las flores … todo se ha ido y vemos pasar una Semana Santa atípica a través de los cristales de nuestras casas.
Y cuando parecía todo perdido nos damos cuenta que lo único que se mantiene en nuestros corazones es la esperanza, la esperanza de que todo pasará, la esperanza de que volverá una nueva primavera, de que vendrá otra luna de Nissan que en su redondez perfecta, brillará anunciando una nueva Semana Santa, y volveremos a llenar las calles, ahora vacías. Eso ocurrirá y lo que ahora vivimos será solo una mala pesadilla que nos alegraremos de haber pasado.
Desde esa esperanza, que es certeza, me dirijo a vosotros: hermanos de fila, celadores, capataces, contraguías, fiscales de paso, acólitos, costaleros, devotos del Señor de la Salud y de su bendita Madre la Virgen de la Caridad. Os pido fortaleza, que mantengáis intactas vuestras ganas, vuestros anhelos, vuestra inquebrantable devoción al Señor y la Virgen, que lo guardéis en vuestros corazones, para que el próximo MIERCOLES SANTO, demos rienda suelta a todo ese sentimiento cofrade ahora contenido y nos abracemos fraternalmente al vernos en la misa de las doce de la mañana en nuestra capilla de la Caridad.
Este año saldremos a las calles de nuestra memoria y haremos más nuestra, si cabe, la estación de penitencia y pediremos desde el antifaz o desde nuestro costal, mientras el ángel de nuestra memoria rachea por los que hoy nos protegen y por los enfermos, por los que se quedaron en el camino, por los que se han visto afectados económicamente: floristas, bordadores, cereros, músicos… en estos meses y , sobre todo, porque finalice esta epidemia que ya dura demasiado.
Que Nuestro Padre Jesús de la Salud y Nuestra Señora de la Caridad nos proteja a todos los que formamos esta Hermandad y que nos permita vivir un Miércoles Santo más.
¡Un abrazo enorme a todos!
Manuel Gallero Caballero
HNO MAYOR